sábado, 25 de junio de 2011

Los métodos para borrar a los pueblos prescindibles en la cultura Imperial. Parte I

En el mismo día en que hace 187 años en los campos de Carabobo el ejercito republicano al mando de Simón Bolívar derrotó al ejército imperial español , durante una audiencia conjunta en la Cámara de Representantes, el director de la oficina de sanciones del Departamento de Estado, Thomas Delare, dijo que Venezuela no ha hecho lo suficiente en la lucha contra el terrorismo, agrego: si la empresa petrolera “no para, y hemos dejado en claro esto en nuestras conversaciones con PDVSA y con el Gobierno venezolano, la secretaria de Estado (Hillary Clinton) se reserva la autoridad para imponer sanciones adicionales y más duras”. Y siguiendo el ya elaborado guión imperial el congresista estadounidense Connie Mack dijo que las sanciones impuestas contra PDVSA “no tienen fuerza” e insistió en que Venezuela reúne los requisitos para ser incluida en la lista negra de EE.UU. y por tal razón solicita que Washington deje de comprar crudo a Venezuela.
Las cartas ya están echadas y el Gobierno gringo busco dentro de su sombrero imperial  el más tradicional y viejo de sus métodos para borrar a los pueblos prescindibles. Con su visión maniquea de “el mundo libre” enfrentando “al terrorismo y a la barbarie”, el “bien contra el mal”, “la democracia contra la dictadura”; y detrás de la propaganda globalizada, las advertencias y demostración de desobediencias al ayudar al enemigo y su terrorismo, están listo para el segundo acto del libreto, y que mejor momento para iniciarlo luego del acomodo escenográfico a cargo de Globovisión y los palangristas tradicionales quienes utilizaron toda su imaginación necrofilia en los  siete días de huelga y muerte del rodeo, el problema eléctrico y la incertidumbre por la salud del presidente.
El método no es nuevo y no debería de sorprender a nadie, es así como desde hace mucho tiempo el gigante imperial prepara a sus víctimas, hacia lo interno se asegura que el pueblo gringo entienda bien quien es el enemigo, que son seres despreciables de pueblos gobernados por tiranos quienes someten a sus propios conciudadanos y que solo buscan por envidia y ambición arrebatarles en la gran tierra del tío Sam el sueño norteamericanos, a través de la muerte, la violación de sus mujeres y el asesinato de sus niños, el terrorismo capaz de otro 11S, hacedores bombas nucleares, armas bacteriológicas y el gran etc., que puedan llenar las películas de Hollywood, la prensa y CNN.
Lograda la tarea interna pulen el guión y lo entregan a que sus aliados, y así logran en poco tiempo que casi todo el mundo “Libre” les supliquen de rodilla que cumplan con su papel de policías universales, y el cual no es otro, que el dar seguridad y tranquilidad a cualquier costo:
“perseguí y dar muerte a nuestro enemigo ó valeroso y gran Rey… y dejáis por favor algo para nuestras corporaciones que las vuestras no quieran, luego de la gran reconstrucción del pueblo que debéis ocupar”
Como lo dije antes, el método no es nuevo y precisamente y por esta fecha pero hace 374 años en Junio de 1637 paso el siguiente episodio en las costa de la ahora Florida (Richar Drinnon, Facing West: The Metaphysics of Indian-Hating and Emperi-Buildring, ed rev. NY: Schocken Books, 1990, págs. 42-43)
“Poco antes del amanecer, Mason se abalanzó contra una entrada del fuerte y Underhill contra la otra. Los sonidos debieron de ser bastantes aterradores: gritos de alarma pequot, <<!owanux,  owanux! >>, (<<!Ingleses, ¡ingleses!>>, mezclaste, órdenes desgañitadas. Los guerreros que había dentro de las tiendas acribillaron a flechazos a los ingleses tan eficazmente que <<hicieron el fuerte demasiado caliente para nosotros>>, admitió Underhill, <<estos pequot se han comportado de manera muy valiente>>. Mason, que había llegado a la misma conclusión, arengó así a sus hombres <<Tenemos que quemarlos>>. Entrando rápidamente en una tienda, <<encendió una tea y aplicándola a las esteras con que se tapaban, prendió fuego a las tiendas>>. Underhill, por su parte, inició un incendió con polvora; <<encontrándose los dos en el centro del fuerte, produjeron una terrible conflagración, ardiendo todo el espacio en media hora>>. El olor a carne quemada, las llamas y el gran calor expulso a los ingleses fuera de las murallas. Mucho de los pequot <<se achicharraron el fuerte, tanto hombre como mujeres y niños. A otros que fueron obligados a salir…, los recibieron nuestros soldados con la punta de la espada…”
El fuerte en realidad era una empalizada indígena, el asalto fue un ataque de sorpresa contra unos pequot que estaban durmiendo, el resultado, 400 muertos entre hombre, mujeres y niños. El ataque a traición, el asalto al fuerte, el empleo del fuego, el salvajismo, la matanza…todo se convertiría en el rasgo de los indios en el relato de guerra norteamericano. Esos 400 asesinados cambiados al bando de los ingleses volverían a morir una y otra vez en los relatos coloniales pero esta vez en el bando indio para satisfacción y regocijo de la audiencia blanca, matanza justificada por sus emboscadas traicioneras, su tortura de cautivos, su empleo salvaje del fuego.
La crueldad impulsiva se convirtió en la esencia del indio el propio Benjamin Franklin coautor de la constitución imperial denuncio a las tribus de salvajes que gozaban con las guerras y el asesinato, así como los primeros libros de las primeras escuelas de la naciente barbárica y futura hegemónica nación contenía toda una iconografía de la crueldad india. Así comenzó la destrucción del primer pueblo prescindible.
Las Revoluciones son necesarias para cambiar las cosas.
Tan solo un revolucionario                                                                                     
(Jesús N., año 33 D.C.)

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